"Mou, tu dedo nos señala el camino", es una de las pancartas de apoyo al técnico madridista en el Bernabéu. ¿El camino es la violencia? @matallanas - Twitter.
Vaya por delante que me la trae al pairo lo que le pase al Real Madrid. Como si decide volver a comprar los terrenos dónde se elevan los cuatro impúdicos falos de Florentino Pérez y reconstruir la Ciudad Deportiva que nunca debió exiliar. El skyline de Madrid se lo agradecería. Pero vayamos por partes.
Como no soy de Madrid pero vivo aquí, y da la casualidad de que la ciudad que me adoptó me importa, y también lo hace la gente con la que comparto metro, bibliotecas y bares; lo que me preocupa, entre otras cosas, es la deriva ultra del aficionado blanco. Gente como usted y como yo, querido lector, que se levanta al son de Federico y se acuesta cabreado con el de Punto Pelota. Vamos, gente normal.
Así están las cosas. O como la teoría de la conspiración produce MOUnstruos.
"Madridismo no es poner la otra mejilla. Gracias Mou" (reza el Bernabéu en otra pancarta)
Hace poco accedí a ciertos artículos relacionados con las diferentes teorías de la conspiración surgidas tras el atentado contra EE.UU el 11-S (vía el siempre recomendable www.rinzewind.org) en los que se ponía de manifiesto que la conspiranoia aceptaba fórmulas parciales de explicación de la realidad porque eran más fáciles de digerir que una, a veces, cruda y compleja explicación de la misma. Falsas conspiraciones ha habido muchas a lo largo de la historia, quizás la más famosa sea la
Dolchstoblegende o Teoría de la Puñalada por la Espalda, que implementada por Adolf Hitler acabó como acabó.
Hagamos una abstracción. Pongamos que el villarato (esa conspiración judeocatalana -me siguen- según la cual el Fútbol Club Barcelona controla a su antojo todos los resortes del poder futbolero en todo el mundo) existe. Aceptemos como hipótesis que el FCB desde 2009 hasta hoy ha ganado 11 títulos gracias a, los árbitros comprados en los despachos abeyectos; b, el calendario realizado en contubernio con Stalin; c, Que sus jugadores se tiran; d, Juande Ramos, Schuster, Pelegrini y Ramón Calderón; e, la RFEF y la UEFA; f, únicamente por Leo Messi (dopado, claro está).
Pero la realidad es compleja.
El vídeo expuesto a continuación data de 2002. Anfield. Liverpool 1-3 FCB
Las imágenes comparadas con el montaje siguiente son elocuentes.
El mismo equipo transcurrida una década juega a lo mismo (antes lo intentaba y ahora le sale) y para más inri, solo un jugador aparece en los dos vídeos: Xavi Hernández, el hilo conductor, para mí, de ésta historia.
Ante tal refutación empírica de que la realidad para el Madrid ha sido dura y fría, el aficionado madridista tiene tres opciones factibles. La primera, entenderla e intentar cambiarla. La segunda, no entenderla e intentar cambiarla. La tercera, resignarse.
Parece ser que la más aceptada por el aficionado militante es la segunda. No entienden que el Barça ha sido mejor durante unas temporadas, las que median entre el Ominoso Pasillo hasta hoy, por sus propios méritos, y aceptan, sin más, comportamientos, ideas y discursos menores que los colocan en peligrosas posiciones de ridículo absoluto. Gritos y testosterona. Mein Kampf futbolero que se alimenta del fracaso (o la sensación de fracaso) y que les hace hasta confundir los evangelios con el deporte, cosas harto distintas. El fútbol no va, que yo sepa, de mejillas sino de goles. Sin rigor y sin capacidad de raciocinio mis convecinos justifican hasta las últimas trincheras a un tipo pendenciero, que va por ahí metiendo dedos en los ojos ajenos.
Como les decía más arriba, lo que le pase al Madrid me es indiferente pero, cuando el fútbol es algo tan pegajoso que no se puede separar de casi ningún recoveco, ya saben, la mas importante de las cosas que no tienen importancia, a sus aficionados ultras les tengo miedo. Miedo cerval. Lo que más me preocupa de sus gentes es su previsible falta de capacidad para educar a sus hijos en una realidad que a cada minuto se hace más compleja. Hijos que en unos años irán al colegio con los míos. Carentes de valores (al menos es lo que demuestran frente a las cámaras) y a merced de los hit-man mediáticos, están a "muerte con Mou" porque no saben estar a otra cosa. Degluten discursos inflamados de patria blanca contra un enemigo ulterior y asumen como cierta la premisa de que el origen de sus males es siempre del "otro". Y me pregunto si no harán así con todo. Y la respuesta no es nada halagüeña.