14 octubre 2010

Hiperrealismo sobre ruedas

Esta mañana montado en el C1 me ha salpicado, a mí y a todo el autobús, un charco de realidad. Un quejido en forma de señora que a grito pelado pregonaba sus desgracias. No, no creo que fuera de San Blas, y aunque lo fuere, su actuación ha sido mil veces mejor que un programa de esos. Un reality en el autobús. Ya hubo un Gran Hermano sobre ruedas, el formato está casi inventado, sólo falta que el gasóleo baje de precio.

Y tampoco me río. Pese a la actuación, la corrala sobre ruedas, el acento mesetario con sus jotas ejpandidas y todo, la buena mujer se estaba limpiando, delante de todo cristo bendito, la conciencia, la mala hostia y se lamía las heridas con ahínco.

Más o menos, el intento de conversación con su vecina de asiento y con el resto del pasaje ha sido así: