20 marzo 2008

No tenía que haber ido

No tenía que haber ido, porque desde entonces sólo pienso en un beso que acabó antes de empezar.

(…Ella sabía todo lo que tenía que hacer para dejarme entrar y no salir. Iba a enseñarme su ombligo y luego, con un gesto ancestral, se iba a dar la vuelta y se iba a dormir. Si me había gustado lo que había visto y olido, yo también sabía lo que había que hacer. Dos o tres días de silencio y luego una llamada telefónica a cualquier amiga suya diciendo que nos dejaríamos caer por algún bar conocido por los dos. Territorio neutral. Luego, tras un par de necesarias dosis de alcohol, me volvería a enseñar el ombligo y se volvería a dar la vuelta, pero antes pronunciaría unas palabras que olían a pizza: ¿Quieres cenar mañana conmigo? Ojo, a ver como contestas a eso, chaval. Si, claro…)

Pasaron unos días y cualquier atisbo de cariño desapareció. Desde entonces me gustaría comerla entera. Ser un animal irracional, destrozar su cuerpo y caer exhausto encima suyo. Quisiera quedarme sin respiración entre sus piernas....Hundirme en su cuerpo, sin cariño y sin ternura y hacerle daño. Jugar a su juego mejor que ella y ganarle una y mil veces.

(…Cenamos, vale. Pero mañana ya toca ¿ o no? ¿A qué estábamos jugando?... Gracias por la cena, pagamos a medias –diría ella- y a ti te parecía que estabas pagando otra cosa, en fin. Por fín llegábamos a casa y habías conseguido abrazarla como si de verdad te importara abrazarla, porque no te importa ¿verdad?. Entonces sucedería … ella te iba a enseñar su ombligo y algo más y tú, que por aquellas latitudes serías un poco menos experto que ella, ibas a defraudarla, ya lo sabías, ya habías entrado, chaval. La niña también tenía lo que quería, ya habías entrado y no podías salir…)

Pero decidí perderme de noche y buscar su calor en otra. Sin rencores. Sin sentimientos, sólo un rato en paz. Despertarme solo y sucio. Me ahogué en un vaso medio vacío y asesiné mis sentimientos para no hacerme daño. La encerré en la cárcel del olvido sentenciando el amor que me había prometido como una pobre infeliz...

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