
Quedan pocas horas para que las puertas del Madison Square Garden se abran y con ellas, las posibilidades de Ricky Rubio de jugar en la mejor liga del mundo. Mucho se ha hablado de Oklahoma City Thunder, Grizzlies, Sacramento e incluso de los Timberwolves de Minnesota que elegirán en las posiciones 5 y 6 tras un traspaso con los Wizards de la capital. Pero, ¿y los Knicks? ¿Boston? Parece ser que Ricky puede llegar a caer hasta la octava posición en el sorteo, para llegar a la Gran Manzana directamente, lo que repercutiría negativamente en su contrato en un primer momento, pero estaría jugando en el equipo de baloncesto que más negocio genera en todo el mundo. Y la segunda opción, más remota si cabe, que se ha planteado, es que si Boston traspasa a Memphis a Rajon Rondo por Rudy Gay, Rubio iría incluído en el paquete.
Independientemente de dónde llegue a jugar, lo que está fuera de toda duda, es que el del Mas Nou llega a la NBA con la vitola de promesa, pero para los que seguimos el basket en España sabemos que es una realidad. Los scouters no se fían ni de su físico, ni de su tiro, ni de su capacidad de liderazgo con 19 años en un vestuario repleto de egos y rarezas; mientras, alucinan con su habilidad para pasar, defender y para entender el juego. Ricky necesitaría una franquicia, un entrenador, al que le guste correr y D'Antoni, de los Knicks, parece el ideal. Shot 'n' Run. Pero también encajaría con un playbook más alambicado o europeo, con sistemas claros de ataque y defensa en los que él pueda llevar el ritmo del partido.
Si repasamos la prensa española y luego la yanqui y lo que dicen de Rubio, nos daremos cuenta que allí hace más ruido (o mejor hecho) que aquí, en el que se puede llegar a destilar en algún medio deportivo que "si no sale más arriba en el draft es porque es español y los yankis son unos paletos encerrados en lo suyo", más o menos. Hasta hace unas pocas horas, en las que Sports Illustrated compartía en portada dos productos ibéricos. Ellos nos ganaban a lo nuestro (2-0) y nosotros mandamos a los nuestros a jugar a lo suyo (RR9). El desprecio, mutuo y cruzado entre dos potencias deportivas, ora con las manos, ora con los pies, sólo se comprende desde la ignorancia y la prepotencia.
Y sobre esto, un último apunte, ayer, aunque nos joda, NO HICIERON PASOS.