23 noviembre 2011

Nos despeñamos

Europa ante el abismo. Quizás todavía con el freno de mano echado pero con paso firme y decidido hacia el barranco. La Historia se acabó, dijeron. Sin enemigo ulterior muerto el Comunismo, ya no hizo falta el teatro en el que mundo había actuado desde la mitad del siglo pasado. Ya no hizo falta la máscara del progreso ni la de justicia social para frenar a las hordas rojas. 

No hizo falta seguir ojo avizor en la Europa Grande y Libre luego de 1990. Los ciudadanos sucumbieron a base de vacaciones pagadas y, maldito Weber, se convirtieron en lo que les dijeron: en clase media. En una ilusión. Consumidores.

Sus hijos accedieron a la Universidad para, cambiando la suciedad del hollín por la de la tinta;  con sus puños blancos, su segunda residencia y el copón bendito, abandonar en otros el deber de gobernarse.

Los medios de comunicación defendieron tan bien, tan prietas las filas, a la democracia que les convenía que una vez que triunfó vinieron a convertirse en parte del problema. Estáticos, jugando a 1970, sin capacidad de empatía salvo con sus números en el parqué.  

Sieyes :"he sobrevivido"
Una vez más, si la reacción ocurre; será a cargo de los hombres libres que queden. Los pocos que puedan acelerar o frenar la caída serán los ociosos y rebeldes nacidos de las mismas entrañas de la estirpe que, bajo el anodino nombre de "los mercados" va camino, si no lo han hecho ya, de pegarnos el empujón. Esto siempre fue así. Desde La Convención a Petrogrado; de la Isla del León a la Sorbona. Porque quien tiene que defender su puesto de trabajo no es un hombre libre. Bastante tiene con lo suyo como para pensar en mañana. 

En su empeño se arriesgan los tecnócratas, la prima de riesgo y sus parientes cercanos a dejarnos sin nada. Y sin nada seremos peligrosos pues nada tendremos que perder. Seremos (más) pobres pero libres. Llegado ese día quizás nos atrevamos a desempolvar los libros de Historia, que alguno queda, y escribir un nuevo capitulo. Igual.

Luego de escribir esto he leído esto otro.

2 comentarios:

  1. Ya, pasa que la convención acaba dominada por los montagnards y que los soviets quedan en manos de los blocheviques. De la Sorbona no digo nada porque aquello fue un frivolidad de niños bien con papás que pagaban las tasas caras de la universidad francesa. De lo nuestro, en Cádiz, vaya Ud. a saber, que había, seguro, una polilla de castizismo deshaciendo los anhelos de los utópicos. Hombre libres, hombre libres, no son bienvenidos por la reacción ya sea del plutócrata -que los hay a pesar del desuso del término- ni por los iluminados que lo someten al dios colectivo de su mantra salvífico (el pueblo, el pueblo) para acabar como sátrapas arriba y aparatchiks abajo.

    Y sí, el invento se ha roto y es cuestión de tiempo que estalle. Compre bienes tangibles.

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  2. "De lo nuestro, en Cádiz, vaya Ud. a saber, que había, seguro, una polilla de castizismo deshaciendo los anhelos de los utópicos"

    Para empezar faltaban afrancesados por cuestiones obvias y sobraron curas. dicen que la discusión que más duró fue acerca de la existencia del alma.

    Y aunque parezca, no soy un nostálgico de algo que no viví. Lo que me duele profundamente es que el trabajo honrado de mucha gente se va al garete. Y nosotros también, de rondón.

    Lenin, sin ser santo de mi devoción, dice en las tesis de abril que las revoluciones se hacen con poca gente. Que además suele dar la casualidad que acumulan posibles y tiempo para hacerlas. El caso español es diferente, por si acaso.

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