01 diciembre 2011

Nada de nada (existencialismo a la española)

Ná de ná.
Carmen Laforet(la de la foto) nos jodió. Pero bien jodidos ¿eh?, a muchos amagos de escritor.

-Nada-,dijo. Porque nada había y nada hay.
Cuántas escaletas para no decir nada, cuántas divagaciones absurdas e interminables.





24 noviembre 2011

Solidaridad en vena

Esa sonrisa maliciosa. Empujones en la cola del lavabo. Las seis de la mañana; snif, snif. De puta madre, tío.
Las mismas seis de la mañana. Ojeras en un portal. Goma, terrón y ziiiiip. De puta madre...

23 noviembre 2011

Nos despeñamos

Europa ante el abismo. Quizás todavía con el freno de mano echado pero con paso firme y decidido hacia el barranco. La Historia se acabó, dijeron. Sin enemigo ulterior muerto el Comunismo, ya no hizo falta el teatro en el que mundo había actuado desde la mitad del siglo pasado. Ya no hizo falta la máscara del progreso ni la de justicia social para frenar a las hordas rojas. 

25 agosto 2011

El sueño de de la razón

"Mou, tu dedo nos señala el camino", es una de las pancartas de apoyo al técnico madridista en el Bernabéu. ¿El camino es la violencia? @matallanas - Twitter.
Vaya por delante que me la trae al pairo lo que le pase al Real Madrid. Como si decide volver a comprar los terrenos dónde se elevan los cuatro impúdicos falos de Florentino Pérez y reconstruir la Ciudad Deportiva que nunca debió exiliar. El skyline de Madrid se lo agradecería. Pero vayamos por partes.

Como no soy de Madrid pero vivo aquí, y da la casualidad de que la ciudad que me adoptó me importa, y también lo hace la gente con la que comparto metro, bibliotecas y bares; lo que me preocupa, entre otras cosas, es la deriva ultra del aficionado blanco. Gente como usted y como yo, querido lector, que se levanta al son de Federico y se acuesta cabreado con el de Punto Pelota. Vamos, gente normal.


Así están las cosas. O como la teoría de la conspiración produce MOUnstruos.

"Madridismo no es poner la otra mejilla. Gracias Mou"  (reza el Bernabéu en otra pancarta)
Hace poco accedí a ciertos artículos relacionados con las diferentes teorías de la conspiración surgidas tras el atentado contra EE.UU el 11-S (vía el siempre recomendable www.rinzewind.org) en los que se ponía de manifiesto que la conspiranoia aceptaba fórmulas parciales de explicación de la realidad porque eran más fáciles de digerir que una, a veces, cruda y compleja explicación de la misma. Falsas conspiraciones ha habido muchas a lo largo de la historia, quizás la más famosa sea la Dolchstoblegende o Teoría de la Puñalada por la Espalda, que implementada por Adolf Hitler acabó como acabó.

Hagamos una abstracción. Pongamos que el villarato (esa conspiración judeocatalana -me siguen- según la cual el Fútbol Club Barcelona controla a su antojo todos los resortes del poder futbolero en todo el mundo) existe. Aceptemos como hipótesis que el FCB desde 2009 hasta hoy ha ganado 11 títulos gracias a, los árbitros comprados en los despachos abeyectos;  b, el calendario realizado en contubernio con Stalin; c, Que sus jugadores se tiran; d, Juande Ramos, Schuster, Pelegrini y Ramón Calderón; e, la RFEF y la UEFA; f, únicamente por Leo Messi (dopado, claro está).

Pero la realidad es compleja.

El vídeo expuesto a continuación data de 2002. Anfield. Liverpool 1-3 FCB



Las imágenes comparadas con el montaje siguiente son elocuentes.




El mismo equipo transcurrida una década juega a lo mismo (antes lo intentaba y ahora le sale) y para más inri, solo un jugador aparece en los dos vídeos:  Xavi Hernández, el hilo conductor, para mí, de ésta historia.

Ante tal refutación empírica de que la realidad para el Madrid ha sido dura y fría, el aficionado madridista tiene tres opciones factibles. La primera, entenderla  e intentar cambiarla. La segunda, no entenderla e intentar cambiarla. La tercera, resignarse.

Parece ser que la más aceptada por el aficionado militante es la segunda. No entienden que el Barça ha sido mejor durante unas temporadas, las que median entre el Ominoso Pasillo hasta hoy, por sus propios méritos, y aceptan, sin más, comportamientos, ideas y discursos menores que los colocan en peligrosas posiciones de ridículo absoluto. Gritos y testosterona. Mein Kampf futbolero que se alimenta del fracaso (o la sensación de fracaso) y que les hace hasta confundir los evangelios con el deporte, cosas harto distintas. El fútbol no va, que yo sepa, de mejillas sino de goles. Sin rigor y sin capacidad de raciocinio mis convecinos justifican hasta las últimas trincheras a un tipo pendenciero, que va por ahí metiendo dedos en los ojos ajenos.

Como les decía más arriba, lo que le pase al Madrid me es indiferente pero, cuando el fútbol es algo tan pegajoso que no se puede separar de casi ningún recoveco, ya saben, la mas importante de las cosas que no tienen importancia, a sus aficionados ultras les tengo miedo. Miedo cerval. Lo que más me preocupa de sus gentes es su previsible falta de capacidad para educar a sus hijos en una realidad que a cada minuto se hace más compleja. Hijos que en unos años irán al colegio con los míos. Carentes de valores  (al menos es lo que demuestran frente a las cámaras) y a merced de los hit-man mediáticos, están a "muerte con Mou" porque no saben estar a otra cosa. Degluten discursos inflamados de patria blanca contra un enemigo ulterior y asumen como cierta la premisa de que el origen de sus males es siempre del "otro". Y me pregunto si no harán así con todo. Y la respuesta no es nada halagüeña.

22 agosto 2011

La tarde en que murió Drazen


La tarde en que murió Drazen yo viajaba con mi padre en un moderno renault 5 blanco. Cuando la noticia nos sobrevino en la sintonía de Tablero Deportivo,  mi padre detuvo el automóvil en el arcén, en una de las revueltas de la carretera, y descendió lentamente. Me cogió de la mano y dimos un pequeño paseo. Se caló un ducados en los labios y suspiró mirando la planicie que dibuja el Ebro en su lento discurrir. No dijo nada. No sé si mi padre rezó entonces. Nunca le pregunté. Recuerdo escuchar el viento silbando sobre la Rioja Alavesa y la tormenta que se precipitaba como sólo lo hace sobre friso gris de la Sierra de Cantabria. Rápidos regresamos al coche. Con la radio apagada sólo hubo vacío en el pequeño R5 hasta llegar a casa. A mis ocho años no comprendía nada. ¿Quién era ese Petrovic? ¿Dónde estaba Sibenick el 7 de junio de 1993? ¿Por qué mi padre parecía haber visto un fantasma?

Quizás la tarde en la que Petrovic murió fue lo más cerca que he estado de Dios. Y digo quizás porque en aquellos mayos todavía le llevaba flores a María. Lo que si sé es que aquella tarde quedó grabada para siempre en mi impresionable memoria de crío. Quizás fue el frío cierzo que anticipaba la tormenta, quizás las siempre intrigantes montañas de esa sierra o, a lo más seguro, el descompuesto rostro de mi padre. 

18 años después de que Mozart se dejara la vida en una autopista alemana, el Dios que dicen que se lo llevó ha sobrevenido otra vez en mi verano. Disfrazado de Papa o de Mr. Marshall, como prefiriese Berlanga, por fin ha aterrizado en la tea ardiente que es Madrid en agosto.   

Mr. Papa siempre viene acompañado. «Una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas)», hizo el recuento Dámaso, y lo hizo bien. Los veo pasar gritando posesos, zombis militantes; y no los comprendo. Cuando más cerca estuve Dios lo hice en silencio, acongojado y no hubo consuelo. Es por eso que el fin de semana me lo he pasado encerrado. Rezando en youtube. A Drazen, que estás en los cielos.