26 agosto 2008

EL 'SíNDROME BEITIA'

Esto es lo que escribía José Luis González, otrora atleta de primer nivel y ahora consagrado al análisis periodístico de atletismo y retransmisiones varias en TVE
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Sábado, 23 de agosto de 2008


EL 'SíNDROME BEITIA'




Por JOSÉ LUIS GONZÁLEZ 24 de agosto.- Me
esperaba algo más de los 1.500 metros femeninos. Me refiero a la
actuación española, porque la verdad es que fue una carrera
bastante buena en la que el oro se marcó a los cuatro minutos
pelados, lo cual es bastante digno, pero el hecho de que no
contendieran las rusas y de que fuera prácticamente el último
cartucho del atletismo español hace que el regusto que quede sea
amargo.

Considero que tanto Natalia Rodríguez como Iris Fuentes Pila
dieron todo lo que llevaban dentro en una carrera que fue de
menos a más. Ambas corrieron bien los primeros 800 metros pero
luego Iris se hundió. De todos modos, no creo que se le pueda
pedir más a una chica que suele fluctuar en los puestos que van
del 18 al 20 del mundo en la especialidad. Me da la sensación de
que el handicap de ambas al margen de que Natalia tiene
aún reciente su maternidad y eso le ha cambiado el
biotipo es que llegaron muy cansadas a la final. Si bien
es cierto que la actuación española en la prueba fue tirando a
gris, se equivocaba quien se esperara una medalla en esta
prueba. Los resultados precedentes invitaban a un optimismo muy
moderado.

Parte de las esperanzas depositadas en estas dos atletas se
deben a las irreales expectativas sembradas por el presidente de
la Federación de Atletismo, José María Odriozola, que tasaba la
actuación española en la decena de finalistas con cuatro metales
seguros. Lo cierto es que, a falta de lo que haya ocurrido esta
madrugada con la representación española en la maratón, el saldo
de nuestra delegación en atletismo ha resultado muy negativo y
además ha demostrado no ser versátil. Odriozola debe darse
cuenta de que todas nuestras esperanzas de tocar metal se
limitan desde Sydney a la marcha y a los 1.500, situación que
heredó del pasado presidente, con lo que las cosas no se están
haciendo demasiado bien.

De este síndrome es víctima también Ruth Beitia, que ayer se
quedó en salto de altura en unos muy mejorables 1,96 metros, con
lo que su pelea por las preseas fue en todo momento una quimera.
Ruth lo lleva haciendo mal mucho tiempo, porque su mejor
registro está en 2,02 la de este año, en 2,01 y la
mejor marca personal de uno es es lo mínimo que se le puede
pedir a un atleta de máximo nivel como es ella.

Siendo tan joven, puedes pinchar en dos o tres ocasiones
seguidas, pero no borrarte en todos los acontecimientos de
envergadura. Una pena, porque se quedó fuera de la puja en una
competencia muy bonita, en la que Vlasik fracasó relativamente
pero donde hubo un nivel bastante alto en líneas generales, con
mucha emoción y disputa en todos los tramos. La altura que marcó
el oro no fue tan alta como hubiera sido deseable, pero que se
llegara al final sin un dominio aplastante por parte de nadie
(lo contrario de lo que sucedió con Isinbayeva, Bolt o Bekele)
siempre es de agradecer.

Volviendo al síndrome Beitia, quiero decir que no lo veo como un
caso aislado. Lo mismo pasa con Mario Pestano, Concha Montaner,
Antonio Reina o Mercedes Chilla, que no han dado tampoco la
talla. Llevamos demasiado tiempo anclados en los Marta
Domínguez, Paquillo e Higuero. Fuera de eso, todo el mundo se
suele deshinchar.

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