08 septiembre 2009

Sopas con honda y ruedas de molino

Palau San Jordi, Barcelona 1992, Michael Jordan frente a Drazen Petrovic



7 estados vecinos, 6 repúblicas, 5 naciones, cuatro lenguas, tres religiones, dos alfabetos… y un solo país; esa era la Yugoslavia socialista, el milenario avispero que precipitó la historia mundial del siglo XX. La esperanza mantenida a hierro y sangre bajo la persona de Tito, Josip Broz. Un castillo de naipes deshecho una vez más en fosas comunes y holocausto. Perdida la ilusión a principios de los noventa, supimos del puente de Mostar (Bosnia) en la bien televisada misión de los cascos azules españoles, la Guerra y sus crímenes y el bombardeo de Kosovo. Puede ser que no sepamos nada más de la región balcánica que las sangrientas independencias de Eslovenia, Macedonia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y Serbia y hace poco Montenegro. No sabemos sus PIBs, ni conocemos sus exportaciones y nos extraña su lengua. Ahora bien, si una cosa no pasa desapercibida, es que saben hacer jugadores de baloncesto. Siempre lo han hecho y aún fraccionadas, las exrepúblicas han sido y volverán a serlo la mayor potencia baloncestística en la vieja Europa.

Reviso las plantillas históricas de Yugoeslavia y la vista me lleva a 1978, Campeones del Mundo frente a la URSS, Mirza Delibasic (Bosnio), Drazen Dalipagic(padre Bosnio, madre croata). Yo no los he visto jugar, pero saltando varios años en el tiempo, en los días previos a la guerra, Yugoeslavia consiguió juntar la segunda mayor galaxia de estrellas en esto de la canasta: Dražen Petrović, Vlade Divac, Toni Kukoč, Žarko Paspalj, Zoran Savić, Velimir Perasović, Jure Zdovc, Zoran Čutura, Željko Obradović, Arijan Komazec, Radisav Ćurčić, Zoran Jovanović, Predrag Danilovic y Aleksandar Đorđević. Campeones del Mundo y de Europa en 1990 y 1991.


Durante la celebración del entorchado mundial en el parquet del Luna Park de Buenos Aires, se vislumbraron las tensiones del conflicto en ciernes en el seno del equipo y Divac expulsó del campo a un aficionado que portaba la bandera croata. El vestuario era un polvorín y aún hoy, muchos de los jugadores plavi de aquellos años siguen sin resolver sus diferencias. En 1992 Serbia no pudo disputar los Juegos Olímpicos de Barcelona por la sanción impuesta por Crímenes contra la Humanidad; aunque Croacia si lo hizo, para ser plata y la última vez del gran Drazen Petrovic. Recordemos que por aquel entonces, la gran ÑBA de Villacampa, los Jofresa y compañía hacía no menos que el ridículo frente a Angola.



Claro está que la selección Serbia no podrá aunar los viejos ideales y agrupar a tan excelso grupo de deportistas, como a finales de los 80. Es más, los jugadores Serbios y Croatas de hoy son hijos de la guerra y de la posguerra. Pero tienen hambre de recuperar los años perdidos. La selección Serbia que acude a este europeo tiene una media de edad de 22 años, todos nacidos entre 1984 y 1990. Se ha acabado el tiempo de las renuncias a la selección y los desplantes de los jugadores NBA. Los plavi que ayer dieron sopas con honda a los celebrados 18 años de Ricardo Rubio y sus 3,7 millones de euros. Ellos si que tienen hambre y no les hace falta ir al McDonalds.

Bien, puestos en antecedentes, leo en varios foros especializados que la selección española renunció al scouting sobre Serbia en los partidos previos, presumiblemente, ante la bisoñez del conjunto balcánico. Eso es jugar a ser otra cosa y están intentando que comulguemos con ruedas de molino. ¡Qué la selección española no es la de EEUU!. Que los yankis pueden atreverse a decir en la rueda de prensa, "el 12 nos ha hecho daño, el 9 la movía muy bien..." y faltar al respeto a todo pichipata, pero la selección española no puede permitirse esos lujos. Ayer, la falta de respeto costó muy cara y, ojo al dato, nos ganaron sin hacer pasos

Con todo esto, y más relajados del cabreo, creo que ni ayer éramos tan buenos ni hoy tan malos, hay que dar una justa medida a las posibilidades españolas en un muy complicado torneo. Y andar con pies de plomo y dejar de leer el Marca y su rémora de palmeros. Y dejarse de una vez por todas de ÑBAs y Golden Boys y malparidas. Borrón y cuenta nueva. Acordarse del defenestrado que empezó todo, Pepu, cuanta razón, era sólo baloncesto.



Actulizo después de leer esta bonita noticia en El País, si señor.

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